Este domingo conmemoramos a todos los difuntos, y mejor que una reflexión sobre la muerte, quiero compartir con vosotros una oración que me conmueve. Es una carta encontrada en el bolsillo de la chaqueta de un soldado ruso en la II Guerra Mundial, compuesta poco antes de una batalla crucial contra el ejército nazi.
Es real y su sencillez es lo más conmovedor. A ver si os sirve como a mí...
En mi vida no he hablado ni una sola vez contigo, pero hoy me vienen ganas de hacer fiesta.
Desde pequeño me han dicho siempre que Tú no existes... Y yo, como un idiota, lo he creído.
No sé, oh dios, si me darás tu mano, pero te digo que creo que Tú me entiendes... porque ¿no es algo raro que en medio de un espantoso infierno se me haya aparecido la luz y te haya descubierto? No tengo nada más que decirte. Me siento feliz, pues te he conocido.
¡Han dado la señal! Me tengo que ir. ¡Qué bien se estaba contigo!
Dios mío, me voy... será difícil regresar.
Pero qué raro, ahora la muerte no me da miedo.
2 cosas que me dicen:
Estimado Lorenzo.
Tu visita me honra y más tus palabras que espero algún día comentar contigo.
Te devuelvo la visita y me encuentro con esta maravillosa carta, que a tus lectores, creyentes o no, ha de conmover.
Espero volver aqui cada día, y que tus palabras me sigan despertando el deseo de regresar.
Te mando un abrazo.
Lorenzo, te recomiendo la lectura de un libro espléndido. Es de Elizabeth Kubler Ross y se titula "sobre la muerte y los moribundos".
Para todos los que trabajamos en sanidad, debería ser obligatorio. Para vosotros, que tanto tenéis que hablar de la vida y de la muerte, esencial.
Abrazos
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