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viernes, 18 de septiembre de 2009

Una parábola curiosa que me he encontrado

Con el curso que comienza, llega también el inicio de las catequesis y las preparaciones para otros sacramentos y muchos encuentros curiosos con todo tipo de personas, que me ponen en extrañas tesituras, y me hacen plantearme si realmente todo el mundo comprende lo que es la Iglesia.
En un blog, descubrí el otro día esta parábola que os copio.

- Por favor, póngame cuarto y mitad de ternera
- Señora, se confunde usted, esto es una joyería.


La señora, lejos de bajarse del burro, pasa a la ofensiva: ¿Pues sabe que le digo? Que es usted un totalitario, un intolerante y un terrorista de la libertad de mercado.



Convencida de lo equivocado que está el “señor de la joyería” coge las de “villadiego” y a todo el que se cruza le habla pestes de semejante establecimiento. Al día siguiente y al siguiente del siguiente, vuelve la señora a reincidir en su conducta insensata, majadera e inaceptable, se mire por donde se mire.

El señor de la Joyería tiene que guardar las formas, mantener un nivel de educación, de dignidad. No puede dejarse llevar por “los nervios” y además se deshace en explicaciones generosas de por qué no sirve carne en su comercio. ¡Qué tontería, que prepotencia de señor, pues no cree que lleva razón! dice cada vez más ofuscada la señora del ejemplo.

Así cada día con nuestra Santa Iglesia Católica.
Empeñados, empecinados en utilizarla, en servirnos de Ella, en cambiarla, manipularla, adecuarla a nuestro capricho, a nuestro deseo del momento, que mañana será otro.
¿Tan difícil es entender que la Iglesia custodia, cuida, protege, rige, administra un Bien que Cristo mismo ha puesto a su cuidado?
Nosotros, los católicos, debemos defender este depósito, con cariño, con firmeza, con valentía, con amabilidad.

Porque no es un invento humano. Ni una idea luminosa de algún sabio.

- ¿No podría darme un poco de ternera solo por esta vez? ¿Por la amistad que nos une?
- Pues, sintiéndolo mucho, no señora, no.

5 cosas que me dicen:

Angelina O. dijo...

Perdóneme Padre, pero no creo que la enseñanza de Cristo se venda en ningún comercio. Más bien, que se halle en el silencio y la sencillez del corazón. Y no creo que distinga a ningún cristiano auténtico el rebajarse a discutir sobre fe o amor en la plaza del mercado.
La Verdad no se compra ni se vende, y no necesita defensa alguna, se sostiene a sí misma, pues es la esencia de Dios.

Un saludo muy cordial

Noelia dijo...

A mí me ha recordado el comentario que un sacerdote claretiano hacía a los padres de primera comunión y a los de los adolescentes que se preparaban para ser confirmados, ante las quejas de la duración de las catequesis (unos 3 años): "Los sacramentos no los expide la Iglesia como si pusiéramos una moneda en una máquina de café". Y en relación con lo que usted dice es muy cierto, porque hay quien utiliza los sacramentos, como si fuera un mercado: pone una moneda y le sale un certificado de idoneidad para ser casado, bautizado, confirmado o hacer la Comunión y no se dan cuenta que hay que prepararse para recibir con total apertura y disponibilidad al Espíritu Santo que se nos entrega. Si no, hablaríamos de mercadeo. Felicidades por una parábola tan acertada.
Reciba un cordial saludo y un fuerte abrazo en Cristo Jesús. Noelia.

Anónimo dijo...

Padre. Mis respetos.

A mí me ha encantado esta forma de intentar explicar que la Iglesia no se vende, ni la exigencia de Cristo se rebaja, ni el Amor de Dios se cambia ni se baratea.

Puedo decir de la autora del blog descubierto, que le gusta escribir con sentido del humor en la medida de lo posible. No todos los temas se prestan y yo me tomo la Iglesia muy en serio, pero no sé, me pareció una manera amena y muy expresiva para explicar que la Iglesia solo custodia la doctrina de Cristo y que somos nosotros quienes tenemos que hacernos a Dios y no Dios a nosotros.

Me he sorprendido mucho de encontrarme por aquí-me lo ha chivado una amiga que siempre está Comentandolotodo-(blog muy recomendable)

Desde luego internet es mágico:)

Un salu2 desde el Sur de España y que el Buen Dios le bendiga.

Luisa

Anónimo dijo...

Hola a todos:

Creo, en mi opinión, que el problema está en que las personas han convertido la fe en un producto más de mercado, inmersos en un mundo en "donde todos aspiran a poseer algo" por qué no la salvación? (pensarán éstas personas). No obstante, creo también que por más que quieran, existen cosas, que no tienen precio: como la vida, que no nos fue dada porque la pidiéramos sino porque Dios así lo quiso;tampoco nadie tenemos derecho a quitarla (de ahi su naturaleza de regalo divino). Que nunca olvidemos ésto y sobnre todo, que nunca nos olvidemos de Aquel que vino a darnos la Vida eterna.

Un saludo.

Gabriela

El pobrecito hablador dijo...

Genial comentario me ha encantado muy instructivo.