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lunes, 9 de noviembre de 2009

Veinte añitos ya




Apenas tenía trece añitos, o tal vez era la edad justa para vivir aquellos acontecimientos con entusiasmo. Fue el mismo año en que los jóvenes se enfrentaron a los tanques en Tiannamenn y aún rabio recordando su matanza. Fue el mismo año en que murió Dalí y me entusiasmó el surrealismo. Fue el mismo año que le dieron el Nobel (sin comentarios) al Dalai Lama y me enteré de un país invadido y explotado por el que nadie daba un duro y de un hombre bueno y sencillo que lo defendía desde la paz y la serenidad. Fue el mismo año en que me emocionó y disimulé lágrimas (porque entonces aún era muy machito para llorar) por culpa de El club de los poetas muertos y muchos nos hicimos rebeldes con aquello de "¡Oh, capitán, mi capitán!" y por culpa de su mal doblaje se asumía el Carpe Diem como "aprovecha el momento" (a menos que tuviésemos una buena profesora de literatura). Fue el mismo año que un sindicato que había sido ilegal, con el precioso nombre de Solidaridad, consigue construir un nuevo país en Polonia. Al frente estaba un amigo de un Papa polaco que entonces empezaba yo a descubrir sorprendido y sorprendido admirar y que aquel mismo año recibía al presidente ruso en el Vaticano y establecía lazos diplomáticos con el Kremlin (todo un hito tras muchos años de Guerra Fría).
Mis trece añitos iban quedando marcados por todos aquellos acontecimientos, por un mundo que cambiaba y que prometía un futuro mejor, aún por construir. Con éxitos y fracasos aquel año marcó en mí la sensación de que fuese cual fuese el resultado, nadie debía dar un paso atrás en su lucha por el bien, la libertad, la justicia, la verdad...
Habrá quien diga que desde aquel año, muchas luchas siguen abiertas, que el Tibet sigue en su sufrimiento y que en China no queda recuerdo de aquellos jóvenes... habrá quien piense que no merece la pena luchar y que el final de El club de los poetas muertos sigue siendo triste. Habrá quien siga construyendo muros... y pintándolo todo de gris cemento.
Pero yo aún guardo el trocito de muro que conseguí como recuerdo. Aún escucho a menudo a Roger Waters y vuelvo a ponerme el concierto retransmitido al mundo entero y que se convirtió en un símbolo de la cultura y la música triunfante sobre la guerra y la división y del que, claro, me hice fan. Aún me emociona ver los abrazos, las manos tendidas para hacer subir el muro, y los picos en manos de anónimos ciudadanos derribando golpe a golpe aquel muro de la vergüenza y de la división.
Aquellas imágenes marcaron al chaval de trece añitos que era, y lo más importante, su recuerdo sigue haciendo vibrar al cura de treinta y tres que soy, porque sigo pensando pensar que la reconciliación es posible, que los muros que nunca pensamos se pueden tirar, que la libertad se abre paso continuamente entre la vida de los hombres, y que sea cual sea el resultado de nuestras luchas, éxitos o fracasos, no debemos dar un paso atrás.
Y que no me lo intenten pintar de cemento, porque si hay muros, yo sigo pintando graffitis...

9 cosas que me dicen:

EMNM dijo...

y parece que fue ayer! aaay qué viejos nos hacemos.
Un abrazo

pato dijo...

El tiempo es el mejor remedio.

Le dejo un abrazo !

X dijo...

Bien, no muchos se acordaron, padre. Yo estaba, pero como si no, aún era demasiado joven. Lo importante es que los muros caigan, estén donde estén.

JuanRa Diablo dijo...

Hermosa remembranza de una gran conmemoración.
Es curioso que algunas de las cosas que leo que ocurrieron ese año me parezcan anteriores o posteriores a él. La mente y el tiempo parecen a veces jugar juntos al despiste.

E-migrad@ dijo...

Hola Cura!

Felicidades atrasadas por el Primer Año y el post número 100.

Cuando tengas tiempo, pasá a buscar algo que te pertenece (y espera) en Migraciones Internas.

Un beso, ojalá todo marche bien

E-migrad@

Marcos Vásquez Mazzotti dijo...

Felicidades que es una fiesta europea para celebrar, que ilumina a todo el mundo. Imposible no emocionarse ante los videos de la caida, Es la Humanidad trinunfando sobre el mal. Bellísimo, para atesorar. Todo el mundo debio festejar(lo mismo se hará cuando caigan los muros en Palestina y en la frontera México USA)
Cuiden su Comunidad Europea, que rojos y verdes no la embarren, La Unidad y La Paz puede ser de lo mejor que deje Europa. Les miramos con orgullo y rezamos porque la Paz prevalezca.
Viva Alemania
Viva Europa
Viva la Paz.


de paso le invito a visitar este genial blog de un amigo
www.fueradebromas.blogspot.com

Oraciones

Susana dijo...

Emocionante. Sobre todo para los que teníamos algo más de 13 añitos aquel 1989. No obstante, como el comentador anterior, creo que ahora debemos ponernos a tirar el muro de Palestina y allanar los taludes que separan Tijuana de San Diego, donde ver de cerca a la policía norteamericana defender su territorio, pone los pelos como escarpias, con perdón!

Edel dijo...

Ufff! Que año más intenso!! Yo apenas tengo recuerdos, era demasiado pequeña...
Te he dejado un premio en mi blog, pásate a recogerlo, anda!
Un beso

Un cura dijo...

Sí, veinte añitos ya, matritensis. A mí también me parece que fue ayer. Gracias.

Pato, lo malo es que no siempre hay tiempo para todo y que por el camino a menudo se quedan muchos... así que no podemos esperar demasiado. Gracias.

X, gracias por tu comentario. Aún siendo joven, ese recuerdo marcó lo que hoy somos.

Gracias, JuanRa, nuestra memoria es frágil ¿verdad? Un saludo.

Hola, E-migrad@, gracias por tu felicitación y por esa mención en tu blog. Pasaré ahora por allí. Gracias.
Marcos, ahora sí está bien puesto el comentario. Muchísimas gracias. Ojalá sigan cayendo muros.

Susana, de nuevo repito mi deseo. Gracias.

Edel, fue un año especial. Yo me alegro de haberlo podido vivir tan de lleno en mi adolescencia. Gracias.