Hay quien se empeña en decir que la Iglesia tiene que adaptarse a los tiempos y a la sociedad. Es algo que escucho muy habitualmente, entonces me gusta recordar que durante algunos siglos, lo hizo.
Durante la Edad Media, la Iglesia se adaptó tanto con la sociedad en la que vivía que se apartó del Evangelio. Evidentemente hay un episodio especialmente oscuro en la historia de la Iglesia, es la Inquisición. No voy a silenciarlo. Es cierto que en torno a la Inquisición hay también mucha leyenda negra, pero no es cuestión de justificar nada. Ante una página tan oscura de nuestra historia sólo nos queda pedir perdón (con lo que significa para un cristiano pedir perdón –examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de enmienda…– . Sólo puedo traer la oración del papa Juan Pablo II, que oraba:
Durante la Edad Media, la Iglesia se adaptó tanto con la sociedad en la que vivía que se apartó del Evangelio. Evidentemente hay un episodio especialmente oscuro en la historia de la Iglesia, es la Inquisición. No voy a silenciarlo. Es cierto que en torno a la Inquisición hay también mucha leyenda negra, pero no es cuestión de justificar nada. Ante una página tan oscura de nuestra historia sólo nos queda pedir perdón (con lo que significa para un cristiano pedir perdón –examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de enmienda…– . Sólo puedo traer la oración del papa Juan Pablo II, que oraba:
«Señor, Dios de todos los hombres, en algunas épocas de la historia los cristianos a veces han transigido con métodos de intolerancia y no han seguido el gran mandamiento del amor, desfigurando así el rostro de la Iglesia, tu Esposa. Ten misericordia de tus hijos pecadores y acepta nuestro propósito de buscar y promover la verdad en la dulzura de la caridad, conscientes de que la verdad sólo se impone con la fuerza de la verdad misma. Por Cristo nuestro Señor».
Sin embargo, al mismo tiempo que ese triste episodio sucedía, la Iglesia se mantenía firme en su lucha por la dignidad y la vida humana, aunque lo hiciese a través de sus obras. Recordemos por ejemplo la creación y el desarrollo de algo tan esencial hoy en día como son los hospitales (fruto del trabajo de la Iglesia en su preocupación por los enfermos y especialmente los más pobres). Igual se puede decir de las hospederías y los asilos. Cuántos son los ejemplos de grandes hombres de la Iglesia en medio de tanta corrupción desviviéndose por los demás.
Sin embargo, al mismo tiempo que ese triste episodio sucedía, la Iglesia se mantenía firme en su lucha por la dignidad y la vida humana, aunque lo hiciese a través de sus obras. Recordemos por ejemplo la creación y el desarrollo de algo tan esencial hoy en día como son los hospitales (fruto del trabajo de la Iglesia en su preocupación por los enfermos y especialmente los más pobres). Igual se puede decir de las hospederías y los asilos. Cuántos son los ejemplos de grandes hombres de la Iglesia en medio de tanta corrupción desviviéndose por los demás.
Lo mismo ocurrirá cuando en el siglo XIX se empeñe en la universalización de la alfabetización y la cultura, creando y extendiendo la enseñanza a todas las clases sociales...
La Iglesia se tomó a pecho, y defendió arduamente -también en contra de la sociedad de entonces- los derechos de todos los hombres. Se puede ver, por ejemplo, el servicio que prestó a los pueblos americanos el sistema de las reducciones de los jesuítas, que acabaron siendo expulsados por el interés de los gobiernos a quienes no convenía el servicio que prestaban a aquellas gentes. Impresiona ya en el siglo XVI, la claridad de la doctrina eclesial en la defensa de los derechos de los pueblos indígenas (sirvan como ejemplo los clarísimos alegatos de Fray Bartolomé de las Casas en América) y que permitieron leyes de libertad y tutela, primero de los indios y luego de los negros. ¡Qué distinta fue la conquista del Norte de América, sin la Iglesia Católica defendiendo a los pueblos indígenas y la liberación de los esclavos traídos de África!
La Iglesia se tomó a pecho, y defendió arduamente -también en contra de la sociedad de entonces- los derechos de todos los hombres. Se puede ver, por ejemplo, el servicio que prestó a los pueblos americanos el sistema de las reducciones de los jesuítas, que acabaron siendo expulsados por el interés de los gobiernos a quienes no convenía el servicio que prestaban a aquellas gentes. Impresiona ya en el siglo XVI, la claridad de la doctrina eclesial en la defensa de los derechos de los pueblos indígenas (sirvan como ejemplo los clarísimos alegatos de Fray Bartolomé de las Casas en América) y que permitieron leyes de libertad y tutela, primero de los indios y luego de los negros. ¡Qué distinta fue la conquista del Norte de América, sin la Iglesia Católica defendiendo a los pueblos indígenas y la liberación de los esclavos traídos de África!
Creo que es necesario recordar que se debe a la Iglesia el desarrollo de teorías como el derecho internacional (leanse los textos de Fray Francisco de Vitoria en ese mismo siglo XVI), que ahora parece presentarse como una posible solución a muchos problemas. En aquel siglo, la Orden de Predicadores ya defendía claramente la dignidad y los problemas morales de la condición humana como el eje en torno al que debía orientarse toda política.
Son ejemplos de una lucha continua, contra el mal en el mundo, y en nuestras propias filas. Pero la defensa de la dignidad humana siempre ha estado presente.