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jueves, 21 de enero de 2010

Pero ¿tú ya no fumas?


La pregunta me la hizo un amigo hace pocos días, cuando una persona sacó un cigarrito, me ofreció y yo se lo rechacé amablemente. Sorprendido, tanto como visiblemente contento de la noticia, me miró, me dio una palmada en la espalda y me lo preguntó "Pero ¿tú ya no fumas?".

Y no, ya no fumo. Pero no se trata de uno de esos propósitos de comienzo de año que se frustran normalmente antes de que termine enero, no. El caso es que ya no fumo. Desde hace tres o cuatro años no fumo.
Tres o cuatro años hace que ya no fumo... tanto que ya ni siquiera suelo recordar que yo fumaba. Y es que, curiosamente, aunque me gustaba fumar, ahora ni siquiera me apetece. Pero mis amigos no se han dado cuenta.

El caso es que la pregunta de mi amigo me hizo recordar algo que me solía ocurrir cuando fumaba y el contraste con las muchas temporadas que pasé sin fumar...
Ya entonces me preguntaba porqué tantas personas se preocupaban por mi salud de un modo tan serio y profundo (como si no hubiese más cosas de que preocuparse en el mundo). No dudo de que muchos lo hacían con buena intención, con auténtica preocupación y con mucho cariño... pero tal vez porque siempre he sido muy mío, me cansaba un poco el temita. Y es que no creo que pasase ningún día sin que algún alma caritativa me dijese algo así como "tienes que dejar de fumar", y así mi costumbre se convertía a menudo en tema de conversación de la gente que me rodeaba, que con mejor o "menos mejor" intención me explicaban las razones fundamentales por las que debería dejarlo.

Con el tiempo lo dejé, no porque me convenciera ninguna de esas razones (algunas podían llevar razón, otras incluso siguen sin convencerme, de hecho he descubierto que "hay tos después del tabaco"), ni porque no me gustase (que me sigue pareciendo algo con una cierta elegancia y resulta un recurso cómodo en muchas ocasiones)... pero bueno, tampoco voy a hacer apología ahora. Lo dejé porque un día me sentó mal un cigarrillo y dejó de apetecerme (las cosas que me pasan a mí). De hecho, yo suelo decir que el tabaco me dejó. Pero bueno, no viene a cuento que os explique si dejé o no de fumar ni porqué o cómo lo hice.

Alguna vez hasta hice el experimento: hora del cafelito (en Roma, por ejemplo, después de la comida), sacaba mi pitillito e inmediatamente el tema... "deberías dejar de fumar" –decía alguien–, y ya teníamos la conversación del café solucionada (a costa de que todos opinasen sobre mí, me aconsejasen, me contasen los efectos nocivos de mi pobre "Sheste"). Al llegar cuaresma, por ejemplo, ofrecía como penitencia dejar de fumar, y después de llevar semanas sin fumar nadie se había cuenta, nadie lo notaba, como si la preocupación se esfumase...
Pasaba a menudo, en las muchas veces que pasé temporadas sin coger un cigarrillo... durante esas épocas en las que dejaba de fumar nadie se daba cuenta de que lo había hecho. Y yo siempre me pregunté ¿porqué todas las personas que estaban tan preocupadas por mi salud no se dan cuenta de que ya no tienen que preocuparse? ¿cómo es que no se llevan ahora una inmensa alegría? ¿cómo es que su preocupación no se convierte en entusiasmo?
Y ahí estamos, todavía hoy, tres o cuatro años después de mi último cigarrillo, un amigo de repente, me mira sorprendido y me dice: "pero ¿tú ya no fumas?".

Total, que me pregunto si a menudo no somos demasiado rápidos para corregir, para señalizar peligros, para reparar y para aconsejar... pero demasiado lentos para aplaudir, descubrir éxitos, valorar y felicitar. Desde entonces intento tenerlo en cuenta.

4 cosas que me dicen:

ARCENDO dijo...

A mí, que estoy intentando dejar de fumar, me viene como anillo al dedo esta reflexión, también tengo un montón de gente que me aconseja dejarlo..., ya veremos si cuando lo logre.... pasan a la ovación, yo lo dudo. Mis motivos son otros, y si alguien me pregunta se los diré, lo dejo por salud, sí; pero por muchas cosas más. Lo he intentado muchas veces, porque también me gusta mucho, pero sé que está va a ser la definitiva. Mi escasez de fuerza de voluntad, la suplirá mi fé, que mueve montañas, mi lema: el cuerpo es el templo del Espíritu Santo. Con su ayuda, ¡PODRÉ!, de todas formas no me vendrían mal unas rezaditas de apoyo.
SALUDOS.

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

Muchas felicidades por el logro.
Saludos.

Anónimo dijo...

Hola, Enhorabuena por el blog.¿Ud. ha nacido en La Granja de S. Ildefonso (Segovia)? Si es asi, conocera a otro cura que salió de La Granja, y que anda por este otro blog http://santamarialaantigua.blogspot.com/
Esta es la iglesia mas bonita de Europa, en la ciudad del Corazón de Jesús (18/4/2010)

Un cura dijo...

Gracias, Arcendo, por pasar y por tu comentario. Me alegro de que te sirva la reflexión. Ánimo con tus propósitos.

Gracias, miarma. Un saludo.

Anónimo, siento decirte que soy el cura de La Granja, un barrio de Jerez de la Frontera. La de S. Ildefonso, aunque la conocí de visitas por Segovia, me pilla un poco a desmano. Gracias por tu comentario y por tu recomendación de todos modos.