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miércoles, 21 de abril de 2010

Soy postmoderno ¿y qué?

Era un seminarista de veinte años cuando acuñé esa expresión. Creo que se la oí a un amigo, me gustó y la hice propia, casi un lema...
Me pongo filosófico hoy. Con esa frase que me encantaba decir a profesores del seminario y a compañeros... me miraban como si estuviese loco y acababan diciendo algo así como "las cosas de éste" (que es una expresión muy socorrida y que me libra de más de un apuro).

Sé que está apoyada en una débil reflexión, que le falta fundamentación y solidez y consistencia... pero es propia del pensamiento de mi época. Mi generación es así, y yo quiero que me dejen ser de mi generación, es más quiero compartir con mi generación mi vida.
Soy un pobre cura, de treinta y tres años, que se siente aún recién ordenado, enamorado del Dios de Jesucristo, del Evangelio, de la Iglesia y de la humanidad.
Pero tengo un defecto (que por cierto todos se empeñan en recordarme): soy postmoderno. Soy  hijo de mi siglo, de mi época, de mi generación... y lo peor es que estoy orgulloso de serlo.
Soy de los niños que inventaron el botellón... ¿puedo sentirme orgulloso? Mi generación es una generación vapuleada, en el mejor de los casos, justificada... A mí me gusta, sin embargo, sentirme orgulloso de ello.


Decía que era seminarista cuando acuñé esta expresión, estudiaba entonces los últimos años de teología. A menudo tenía que escuchar discursos sobre el fin de la cultura, de la historia, la globalización y la postmodernidad -perdón por meterlo todo en el mismo saco-; oía cómo la pérdida o la inversión de los valores que se había apoderado de la sociedad, nos dejaba en el aire a la Iglesia, sin saber como dialogar, incapaces de evangelizar... El panorama de lo religión como folklore social, la secularización europea, la inconsistencia de los sacerdotes... todo era de lo más negativo. Y siempre había dos culpables, la Iglesia torpe, que no sabía luchar contra ello y la sociedad malvada que vencía a la Iglesia... pero ninguna de esas dos cosas me convencieron nunca.
Ya desde entonces no comprendía bien porqué esa manía de hacer dos bandos, de dividirnos tanto... ya se sabe de mi debate sobre buenos y malos...

Y ahora, tal vez ni siquiera soy postmoderno... ¿qué más da?
Resulta que me dicen que la postmodernidad se ha terminado. La verdad es que me da lo mismo. No pretendo hacer un tratado filosófico, ni teológico, ni siquiera construir un mínimo esquema de pensamiento... no pretendo nada. Como sabéis en este blog simplemente escribo mis reflexiones para compartirlas con quien las quiera compartir.
Pero estoy cansado de oír discursos sobre la postmodernidad... no creo que se pueda decir mucho sobre ella, pero sí creo que ha vencido a esta sociedad nuestra. Yo soy postmoderno e hijo de una generación postmoderna... de los que ni siquiera sabemos pensar en sistemas de pensamiento (incluyendo a la misma postmodernidad). Creo que una gran parte de nuestra Iglesia lo es y especialmente la parte que se resiste a dialogar, la de los jóvenes alejados e indiferentes... con los que tal vez no hay que aprender a dialogar, sino simplemente hay que conversar (no sé si alguien me comprenderá).
Dicen que el éxito de la postmodernidad, del pensamiento débil ha sido el meter toda estructura de pensamiento en su "desestructura"... todo ha sido asumido en un cajón desastre en el que todo cabe o todo estorba, y ese es el cajón desastre en el que tenemos que guardarlo todo y en el que tenemos que volver a encontrarnos... y sentirnos a gusto.


10 cosas que me dicen:

Noelia dijo...

Hay una frase de tu intuición que me ha tocado: "oía cómo la pérdida o la inversión de los valores que se había apoderado de la sociedad, nos dejaba en el aire a la Iglesia, sin saber cómo dialogar, incapaces de evangelizar..."

Por eso creo que es muy importante que hayan "curas" postmodernos, pero también algunos más anticuados.

Ciertamente no podemos hacer avanzar a la Iglesia al mismo ritmo, ni responder sobre la marcha a las cuestiones que nos plantea el mundo. La Iglesia hace bien en ser sensata y en tomarse su tiempo para tomar postura. Pero el hecho de que hayan sacerdotes que puedan entender el pensamiento de los de su generación, hace que la Iglesia sea más cercana.

Me alegro de tu postmodernidad. Como decía San Pablo (?): toma de lo que te encuentres lo bueno.

Que Dios le bendiga, Padre.

Noelia.

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

Ojalá hubiese muchos Curas con las ganas de comunicarse que desprende su intuición presente.
Suerte y al mundo, que necesita Curas modernos.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Hola Cura!!
"Creo que una gran parte de nuestra Iglesia lo es y especialmente la parte que se resiste a dialogar, la de los jóvenes alejados e indiferentes... con los que tal vez no hay que aprender a dialogar, sino simplemente hay que conversar ..."

Al leer esto, no he podido evitar que me entrara un cierto cosquilleo por el estómago.
Son varios los años que he pasado dentro de la iglesia, y no creo que tenga ningun problema en dialogar y mucho menos, en conversar.. Pero aún así, he pasado de la cercanía a la lejanía...
Pienso que tal vez, el problema lo tenian ellos, "mis curas", que preferian contestar con evasivas mis preguntas antes que conversarlas y contestarla de corazón.

Pienso que los jóvenes si creen en Dios, aunque no en la Iglesia, porque ésta, mucha veces no es lo que parece, y puedo hablar porque con mis propios ojos he visto, que no es oro todo lo que reluce, ni mierda todo lo que huele (con perdón)

Un Saludo

Inma

Aioria90 dijo...

Muy buena su reflexión padre. Un saludo

TOÑI dijo...

Como me gusta haber encontrado tu blog,cuanta falta le hace a la Iglesia curas como tú.Rezo por la IGLESIAy su persecucion mediatica,por el SANTO PADRE,y desde hoy rezo por ti.

belijerez dijo...

En España iglesia y estado tendrían que estar separados. Después cada cual que intente ser fiel al Evangelio. Jesús sacó el latigo en el templo de Jerusalen por algo sería, yo creo que hoy volvería a sacarlo.

Un cura dijo...

Aprovecho la tranquilidad de estos días que incluso me permite responder a los comentarios.

Gracias Noelia por tu visita y tus palabras… la Iglesia avanza sola, el que la hace avanzar es el Espíritu y yo me conformo con que avance a pesar de mí. (Por cierto esa frase no es de Pablo, no sé de quién será). Un saludo.

Miarma, estamos apañados con los curas modernos… jajajaja. Un saludo y gracias.

Anónima llamada Inma, un saludo. Tampoco yo creo que haya problemas en dialogar, a veces incluso nos falta valentía para decir la verdad que a la gente no les gusta… espero que seamos fieles. Gracias por tu visita y tu comentario.

Gracias también a ti, Aioria.

Toñi, no dejes nunca de rezar por mí. Mil gracias.

Belijerez, no sé a qué viene tu comentario, la verdad. O vivimos en otra Iglesia o en otra España, jajajajaja. Las que yo conozco están bien separadas. Y lo del látigo, pues bueno, posiblemente hay que volver a sacarlo y dejar a la Iglesia reluciente, como la casa del Padre se merece… yo pido no ser echado fuera. Gracias por tu comentario.

La_Cervatilla dijo...

NO me extraña... para enseñar un dogma, no es necesario ser crítico... o sí?

Francisco Javier dijo...

Pues yo, aunque fui educado en el catolicismo me alejé de la Iglesia y en 2004 me convertí. Mis antiguos amigos, todos están bautizados y ninguno es creyente practicante, la mayoría de ellos han perdido o han matado la fe y están en pecado mortal, (aunque no creo ni que reconozcan el concepto de pecado). En el siglo XVII todos serían creyentes. CONCLUSIÓN: No me gusta esta época post-moderna.

Un cura dijo...

Querida Cervatilla... para enseñar un dogma, como para creerlo simplemente, sí es necesario ser crítico. La fe no actúa anulando la razón, sino que la plenifica. Un saludo y gracias por tu comentario.

Estimado Javier, no creo que hace dos siglos todos fueran creyentes, no seamos ingenuos. El pecado, la increencia, la idolatría siempre han convivido con la fidelidad, la fe y la santidad. El trigo y la cizaña crecen juntos siempre. Gracias por tu comentario.