Subscribe:

Blogroll

miércoles, 28 de abril de 2010

El violinista, o sobre la importancia del contexto

Un hombre se sentó en una estación del metro en Washington y comenzó a tocar el violín, en una fría mañana de enero.
Durante los siguientes 45 minutos, interpretó seis obras de Bach. Durante el mismo tiempo, se calcula que pasaron por esa estación algo más de mil personas, casi todas camino a sus trabajos.
Transcurrieron tres minutos hasta que alguien se detuvo ante el músico. Un hombre de mediana edad alteró por un segundo su paso y advirtió que había una persona tocando música.
Un minuto más tarde, el violinista recibió su primera donación: una mujer arrojó un dólar en la lata y continuó su marcha.
Algunos minutos más tarde, alguien se apoyó contra la pared a escuchar, pero enseguida miró su reloj y retomó su camino.
Quien más atención prestó fue un niño de 3 años. Su madre tiraba del brazo, apurada, pero el niño se plantó ante el músico. Cuando su madre logró arrancarlo del lugar, el niño continuó volteando su cabeza para mirar al artista. Esto se repitió con otros niños. Todos los padres, sin excepción, los forzaron a seguir la marcha.
En los tres cuartos de hora que el músico tocó, sólo siete personas se detuvieron y otras veinte dieron dinero, sin interrumpir su camino. El violinista recaudó 32 dólares. Cuando terminó de tocar y se hizo silencio, nadie pareció advertirlo. No hubo aplausos, ni reconocimientos.
Nadie lo sabía, pero ese violinista era Joshua Bell, uno de los mejores músicos del mundo, tocando las obras más complejas que se escribieron alguna vez, en un violín tasado en 3.5 millones de dólares. Dos días antes de su actuación en el metro, Bell colmó un teatro en Boston, con localidades que promediaban los 100 dólares.
La actuación de Joshua Bell de incógnito en el metro fue organizada por el diario The Washington Post como parte de un experimento social sobre la percepción, el gusto y las prioridades de las personas.

La pregunta es:  ¿somos realmente capaces de percibir la belleza en nuestra vida diaria? ¿Somos capaces de detenernos a apreciarla? 

Tan sólo una mujer le reconoció. Stacy Fukuyama, y se quedó mirando, atónita, hasta que la última nota salió del Stradivarius. En total, Bell almacenó en la funda de su Stradivarius 32 dólares y algo de calderilla.

Por encima de todo, saco una conclusión de esta historia. Posiblemente tampoco yo perdería el tren para pararme a escuchar al violinista. Si no tenemos un instante para detenernos a escuchar a uno de los mejores músicos interpretar la mejor música escrita, con unos de los mejores instrumentos construidos... ¿qué otras cosas nos estaremos perdiendo?

miércoles, 21 de abril de 2010

Soy postmoderno ¿y qué?

Era un seminarista de veinte años cuando acuñé esa expresión. Creo que se la oí a un amigo, me gustó y la hice propia, casi un lema...
Me pongo filosófico hoy. Con esa frase que me encantaba decir a profesores del seminario y a compañeros... me miraban como si estuviese loco y acababan diciendo algo así como "las cosas de éste" (que es una expresión muy socorrida y que me libra de más de un apuro).

Sé que está apoyada en una débil reflexión, que le falta fundamentación y solidez y consistencia... pero es propia del pensamiento de mi época. Mi generación es así, y yo quiero que me dejen ser de mi generación, es más quiero compartir con mi generación mi vida.
Soy un pobre cura, de treinta y tres años, que se siente aún recién ordenado, enamorado del Dios de Jesucristo, del Evangelio, de la Iglesia y de la humanidad.
Pero tengo un defecto (que por cierto todos se empeñan en recordarme): soy postmoderno. Soy  hijo de mi siglo, de mi época, de mi generación... y lo peor es que estoy orgulloso de serlo.
Soy de los niños que inventaron el botellón... ¿puedo sentirme orgulloso? Mi generación es una generación vapuleada, en el mejor de los casos, justificada... A mí me gusta, sin embargo, sentirme orgulloso de ello.


Decía que era seminarista cuando acuñé esta expresión, estudiaba entonces los últimos años de teología. A menudo tenía que escuchar discursos sobre el fin de la cultura, de la historia, la globalización y la postmodernidad -perdón por meterlo todo en el mismo saco-; oía cómo la pérdida o la inversión de los valores que se había apoderado de la sociedad, nos dejaba en el aire a la Iglesia, sin saber como dialogar, incapaces de evangelizar... El panorama de lo religión como folklore social, la secularización europea, la inconsistencia de los sacerdotes... todo era de lo más negativo. Y siempre había dos culpables, la Iglesia torpe, que no sabía luchar contra ello y la sociedad malvada que vencía a la Iglesia... pero ninguna de esas dos cosas me convencieron nunca.
Ya desde entonces no comprendía bien porqué esa manía de hacer dos bandos, de dividirnos tanto... ya se sabe de mi debate sobre buenos y malos...

Y ahora, tal vez ni siquiera soy postmoderno... ¿qué más da?
Resulta que me dicen que la postmodernidad se ha terminado. La verdad es que me da lo mismo. No pretendo hacer un tratado filosófico, ni teológico, ni siquiera construir un mínimo esquema de pensamiento... no pretendo nada. Como sabéis en este blog simplemente escribo mis reflexiones para compartirlas con quien las quiera compartir.
Pero estoy cansado de oír discursos sobre la postmodernidad... no creo que se pueda decir mucho sobre ella, pero sí creo que ha vencido a esta sociedad nuestra. Yo soy postmoderno e hijo de una generación postmoderna... de los que ni siquiera sabemos pensar en sistemas de pensamiento (incluyendo a la misma postmodernidad). Creo que una gran parte de nuestra Iglesia lo es y especialmente la parte que se resiste a dialogar, la de los jóvenes alejados e indiferentes... con los que tal vez no hay que aprender a dialogar, sino simplemente hay que conversar (no sé si alguien me comprenderá).
Dicen que el éxito de la postmodernidad, del pensamiento débil ha sido el meter toda estructura de pensamiento en su "desestructura"... todo ha sido asumido en un cajón desastre en el que todo cabe o todo estorba, y ese es el cajón desastre en el que tenemos que guardarlo todo y en el que tenemos que volver a encontrarnos... y sentirnos a gusto.


lunes, 19 de abril de 2010

El circo de la mariposa

Primer premio de cortos del concurso ‘The Doorpost Film Project’ que reconoce valores de la dignidad humana, protagonizado por Eduardo Verástegui y Nick Vujicic (video duración 20′).

domingo, 18 de abril de 2010

¡Los barberos existen!

Un hombre se fue a cortar el cabello y la barba. Como suele suceder, él y el barbero se pusieron a conversar sobre diversos asuntos hasta que – comentando una noticia del diario sobre niños abandonados- el barbero afirmó:
- Como usted podrá ver, esta tragedia demuestra que Dios no existe.
- ¿Cómo?
- ¿Es que no lee los diarios? Hay tanta gente sufriendo, criaturas abandonadas, crímenes de todas clases. Si Dios existiera, no habría sufrimiento.
El cliente se quedó pensando, pero el corte estaba casi finalizado y decidió no prolongar la conversación. Volvieron a discutir sobre temas más amenos y una vez terminado el servicio el cliente pagó y salió.
Entretanto, la primera cosa que vio la salir fue un mendigo, con barba de muchos meses y largos cabellos desgreñados. Inmediatamente regresó a la barbería y dijo a quién lo había atendido:
- ¿Sabes una cosa? Los barberos no existen.
- ¿Cómo que no existen? Yo estoy aquí, y soy barbero.
- ¡No existen! – insistió el hombre- Porque si existieran, no habría personas con una barba tan grande y un cabello tan desgreñado como el que acabó de ver en la esquina.
- Puedo asegurarle que los barberos existen. Lo que sucede es que ese hombre nunca vino hasta aquí.
- ¡ Exactamente! Entonces, para responder a su pregunta, dios también existe. Lo que sucede es que las personas no van hacia Él. Si lo buscaran, serían más solidarios, y no habría tanta miseria en el mundo.

miércoles, 7 de abril de 2010

¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!


"Como la estela de un hermoso navío, 
va extendiéndose hasta desaparecer y perderse; 
pero empieza en una punta, y esa punta viene hacia mí.
Y el navío es mi propio Hijo, 
cargado con todos los pecados del mundo.
Y esa punta son estas dos o tres palabras:
¡Padre, perdónalos!
Sabía bien lo que hacía aquel día mi Hijo que tanto los amaba,
cuando puso entre ellos y yo esta barrera:
¡Padre, perdónalos!
Estas dos o tres palabras.
Como un hombre que se echa un manto sobre los hombros,
vuelto hacia mí se había vestido,
se había echado sobre los hombros
el manto de los pecados del mundo,
y ahora el pecador se esconde detrás de él de mi rostro.
Se han amontonado como miedosos, ¿y quién podrá reprochárselo?
Como tímidos gorrioncillos se han hacinado detrás de él, que es fuerte.
Y me presentan esa punta.
Y hienden así el viento de mi cólera
y vencen hasta la fuerza de la tempestad de mi justicia,
Y el soplo de mi cólera no puede hacer la menor presa
sobre esa masa angular de alas fugitivas.
Porque ellos me presentan este ángulo:
¡Padre, perdónalos!
Y a mí no me queda más remedio que tomarlos bajo ese ángulo"

CHARLES PEGUY, El misterio de los santos inocentes. 

domingo, 4 de abril de 2010

Ha resucitado


Porque no abandonarás mi alma en el infierno. Porque no darás mi alma para que sea poseída por los infiernos. Ni darás a tu santo conocer la corrupción. Ni en el cuerpo santificado por el cual otros han de ser santificados padecerás la corrupción.

Me diste a conocer los caminos de la vida. Diste a conocer por mí los caminos de la humildad, para que los hombres volvieran a la vida de donde habían caído por la soberbia; porque estoy con ellos, a mí diste a conocer. Me llenarás de alegría con tu rostro. Los llenarás de alegría, para que después no busquen otra cosa al verte cara a cara; estoy con ellos, me llenarás. Delectación en tu diestra hasta el fin.

La delectación está en tu favor y en tu propiciación en el itinerario de esta vida, que conduce hasta el fin de la gloria de tu presencia".

(San Agustín de Hipona. Enarraciones sobre los Salmos 15,10).

viernes, 2 de abril de 2010

Viernes Santo


Este cortometraje se titula Most (El puente),  fue filmada en el año 2003 en la República Checa, protagonizada por Vladimir Javorsky y Lada Ondrej, fue nominado en el año 2003 a los premios Oscar.  Es una película de muy bajo presupuesto, pero con un excelente nivel de actuación, fotografía, libreto y sobretodo enseñanza... una lección para este Viernes Santo