No me gusta mucho hablar de dinero, tampoco de política partidista. Pero hay cosas que me llaman la atención y me hacen pensar y que me parece que es bueno compartir con todos.
Leí una noticia ayer. En España, un diputado de un partido, ha pedido al Congreso que se reduzca la asignación que los Presupuestos Generales otorgarán este año a la Iglesia Católica. De entrada pensé que casi incita al robo, porque ese dinero procede de lo que los ciudadanos hemos decidido que vaya a la Iglesia de nuestras declaraciones por el Impuesto sobre la Renta (IRPF) y no creo que el Congreso tenga derecho a cambiar la decisión de los ciudadanos.
Es curioso que de todos nuestros impuestos sólo podemos decidir a dónde destinamos un 1,4 %, (un 0,7 para la Iglesia y/o un 0,7 para fines sociales según decidamos). Y me resulta más curioso aún que a algunos eso moleste tanto. Yo, en cambio, espero que pronto podamos seguir decidiendo dónde va destinado el dinero de nuestros impuestos. Espero pronto poder decidir si mando otro 0,7 % de mis impuestos a la ciencia (como se ha solicitado hace poco). Así, sabré que hasta 2,1 céntimos por cada euro de mis impuestos irán a donde yo quiera. ¿No sería ese un modo mucho más democrático de organizar nuestra hacienda? En fin... espero que se vayan dando pasos.
El mismo diputado, dice que es necesario que se fije “un calendario para implantar la autofinanciación de la Iglesia Católica”. Por lo visto no se ha dado cuenta de que esa autofinanciación ya es una realidad en España y que sólo recibimos lo que corresponde a lo que los españoles quieren dar. Cosa que no ocurre, por ejemplo con los sindicatos.
Sí, voy a intentar decirlo claro, la Iglesia se autofinancia. Los sindicatos, por ejemplo, no. Lo explico con algunos datos, por cada uno de los feligreses españoles que acuden a misa de los domingos, la Iglesia recibe poco más de 39 euros, y no de los impuestos de todos, sino exclusivamente de los españoles que marcan la cruz en el IRPF. En cambio, el Estado da a los sindicatos cerca de 67 euros por cada afiliado, y no por elección del contribuyente, sino del dinero de todos nosotros.
La Iglesia es titular de 6.000 centros de enseñanza: si el Estado tuviese que cubrir esas plazas en enseñanza pública costaría 4.150 millones más al erario público. En sanidad, la red de centros eclesiales ahorra unos 14.000 millones al Estado. En un país turístico como España, donde 7,5 millones de extranjeros buscan turismo cultural, la Iglesia mantiene un tercio de los monumentos del país. Cáritas cuenta con una red de 6.000 centros parroquiales y casi 62.000 voluntarios. De cara al tercer mundo, Manos Unidas se mantiene firme con sus 90.500 socios, un 82% de fondos privados y medio siglo de experiencia y transparencia. Se calcula que el trabajo de los sacerdotes, religiosas y laicos en la Iglesia ahorra al Estado más de 31.000 millones de euros, ya sea a través de colegios, residencias, clínicas, parroquias, centros de acogida... Pero que nadie se preocupe, que seguiremos haciéndolo, como podamos.
En cambio, podríamos intentar calcular cómo revierten en los parados y en los trabajadores los euros que reciben los sindicatos, o los partidos políticos, que además también tienen sus propios socios.
Parece ser que el Gobierno español quiere recortar en un 20% las subvenciones a los sindicatos, la patronal y los partidos políticos. No me parece mal y no entiendo porqué no se autofinancian ellos también. De todos modos, no pediría que se le quitasen las ayudas, Simplemente propondría el mismo sistema que el utilizado para la Iglesia y los fines sociales, el mismo que se solicita para la ciencia: es decir... si quiero que un 0,7 % de mis impuestos vaya a los sindicatos pongo una crucecita (o una hoz y un martillo, vamos que el sello es lo de menos), y se lo mandamos, lo mismo con los partidos políticos y la patronal, por ejemplo. Me parecería mucho más justo y democrático, y además creo que sería un modo de que todos decidiéramos más sobre nuestro dinero y la bolsa común. Sería un modo de poner en práctica esa “democracia real” que cada vez necesitamos más.
Seguiremos avanzando hacia la democracia, seguro.