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viernes, 5 de julio de 2013

Ante el icono

No sé si conocéis el icono de la Virgen de Vladimir, es uno de los más bellos que conozco, por eso lo tengo presidiendo mi salón. 
No sólo como un adorno, sino como una ventana que me lleva a encontrarme con lo más hondo de mi fe, porque de ese icono parece que brota algo especial, algo muy semejante al silencio (lo mismo ocurre con los ángeles de la Trinidad de Rublev). 
A muchas personas les llama la atención esa mirada de ternura que te sigue donde te sitúes. A mí, particularmente, me llama la atención cómo la Virgen habla en el silencio.
Ese silencio nace desde el centro del icono y es ese silencio el que nos permite oir hablar a las imágenes y mantener con ellas una hermosa conversación espiritual. Pero la verdadera experiencia inefable de la gracia del icono se nos da a través de su transparente silencio... Las mejores obras maestras iconográficas no hablan, sino que sencillamente emanan su misterioso silencio, un silencio del Espíritu que se manifiesta y fluye, libre y espontáneamente.

1 cosas que me dicen:

Merlín Púrpura dijo...

Qué sorpresa encontrar mi Virgen en tu blog. Tengo una copia que me hizo un ex-alumno franciscano, con la técnica de óleo al temple. Él la llamaba La Virgen de la Ternura, por esa mano del Niño Dios rozando la cara de su Madre. La tengo en mi estudio,donde me cuida y protege. Y si, es pura ternura desde su silencio.

Te mando un fuerte abrazo,

Arturo